¿Qué es el autismo?
¿Cuáles son los signos más comunes del autismo?
Diagnóstico del autismo
¿Cuál es el tratamiento típico de los niños con autismo?
¿Qué es el autismo?
Autismo (también denominado “autismo clásico”) es el estado más común en un grupo de trastornos del desarrollo conocido como los trastornos del espectro autístico (TEA). El autista se caracteriza por no poder mantener una interacción social satisfactoria, tener problemas con la comunicación verbal y/o no verbal, y poseer intereses y efectuar actividades inusuales, repetitivas o gravemente limitadas. Otros trastornos TEA incluyen el Síndrome de Asperger, Rett, Trastorno Desintegrativo en la niñez y Trastorno del Desarrollo Global no especificado por otra parte (usualmente referenciado como PDD-NOS). Se estima que de tres a seis niños de cada 10.000 padecen autismo. Los niños tienen más tendencia a padecer autismo que las niñas.
¿Cuáles son los signos más comunes del autismo?
Existen tres comportamientos que caracterizan al autismo. Los niños autistas experimentan dificultades en la interacción social, comunicación verbal y no verbal y tienen comportamientos repetitivos o intereses limitados u obsesivos. Estos comportamientos pueden variar desde un trastorno benigno hasta uno altamente discapacitante.
Por lo general, los padres son los primeros en advertir síntomas de autismo en sus hijos. Un bebé con autismo puede no responder a la presencia de otras personas o concentrarse en un objeto, excluyendo otros, durante algún tiempo. Un niño autista puede, aparentemente, seguir un desarrollo normal y luego volverse indiferente a cualquier contacto social.
Los niños con autismo pueden ser incapaces de atender cuando se pronuncia su nombre y, a menudo, evitan sostener la mirada con otras personas. Tienen dificultades para interpretar lo que otros están pensando o sintiendo ya que no logran comprender las pistas sociales, tales como un tono de voz o expresiones faciales y no observan los rostros de otra gente para obtener referentes sobre el comportamiento adecuado ya que carecen, en cierta medida, de empatía.
Algunos efectúan movimientos repetitivos tales como, mecerse o doblarse; o caen en conductas autodestructivas como morderse o golpearse la cabeza. Es posible que empiecen a hablar más tarde que otros niños y suelen referirse a ellos mismos por su nombre en lugar de “yo.” Los menores autistas no saben jugar en forma interactiva con otros niños. Algunos hablan con una voz como si estuvieran cantando y lo hacen en torno a una gama muy limitada de temas favoritos, prestando poca atención a los intereses de la persona a la que están hablando.
Muchos de ellos tienen una baja sensibilidad al dolor pero son anormalmente perceptivos al ruido, al tacto u otro estímulo sensorial. Estas reacciones inusuales pueden contribuir a generar síntomas conductuales como la resistencia a ser acunado o abrazado.
Parece ser que los niños autistas presentan mayor riesgo de padecer ciertas enfermedades derivadas del síndrome de cromosoma X frágil (el cual provoca retraso mental), esclerosis tuberosa (tumores cerebrales), convulsiones epilépticas, el síndrome de Tourette, discapacidades de aprendizaje y trastorno por déficit atencional.
Debido a razones todavía poco claras, del 20 al 30 por ciento de los niños con autismo desarrollan síntomas de epilepsia al llegar a la edad adulta. Si bien algunas personas con esquizofrenia pueden mostrar una conducta de tipo autista, sus síntomas generalmente no aparecen hasta aproximadamente los 20 años o en la primera etapa de la edad adulta. Es importante realizar un buen diagnóstico diferencial, ya que la mayoría de las personas con esquizofrenia también padecen alucinaciones y delirios: síntomas que no presenta un niño autista.
Diagnóstico del autismo
El autismo se extiende en una variedad de síntomas que quizá no sean reconocidos especialmente en individuos levemente afectados o se enmascaren por impedimentos debilitantes. Los investigadores y terapeutas han desarrollado un conjunto de criterios para definir el diagnóstico del autismo. Estos comportamientos son:
- Falta de habilidad para hacer amistad con iguales.
- Dificultad para iniciar o mantener una conversación con otros.
- Ausencia o deterioro imaginativo del juego social.
- Uso estereotipado, repetitivo o no habitual del lenguaje.
- Patrones restringidos de intereses anormales en intensidad o enfoque.
- Preocupación por ciertos objetos o sujetos.
- Inflexibilidad hacia rutinas específicas o ritos.
Los terapeutas utilizan a menudo cuestionarios u otros elementos para reunir información sobre el comportamiento y desarrollo del niño. Algunos de ellos inciden en las observaciones de los padres; otros, confían en una combinación de padres y médicos. Si los cuestionarios indican la posibilidad de la existencia del autismo, se solicitará una evaluación más extensa.
El autismo es un trastorno complejo. Una evaluación más amplia requiere un equipo multidisciplinar que incluya un psicólogo, un neurólogo, un psiquiatra, un terapeuta del lenguaje y otros profesionales que puedan diagnosticar el trastorno. Los miembros del equipo ejecutarán una evaluación neurológica, prueba cognitiva y de lenguaje en profundidad.
Debido a que los problemas de audición podrían malinterpretarse como comportamientos autistas, los niños con retrasos en el lenguaje deberían pasar también una prueba de audición.
Una vez realizada, el equipo se hallará ya en condiciones de reunirse con los padres para explicar los resultados de la evaluación y presentarles el diagnóstico.
Los niños con algunos de los síntomas del autismo, pero no suficientes como para ser diagnosticados con la forma clásica del trastorno, se diagnostican con (PDD – NOS). Los que presentan comportamientos propios del autismo pero tienen bien desarrolladas sus habilidades de lenguaje se les diagnostica con el síndrome de Asperger. Los niños que se desarrollan normalmente y de repente aparece un deterioro entre los 3 a 10 años y muestran comportamientos autísticos marcados pueden ser diagnosticados de trastorno desintegrativo de la niñez. Las niñas con síntomas de autismo pueden sufrir de síndrome de Rett, un trastorno genético caracterizado por retracción social, regresión en el lenguaje y una constante acción de retorcerse las manos.
¿Cuál es el tratamiento típico de los niños con autismo?
La evidencia científica es clara en este sentido: una intervención precoz es clave para alcanzar objetivos satisfactorios de tratamiento. En la mayoría de países desarrollados el tratamiento precoz suele iniciarse a partir de los 3 años. Los servicios se suministran en centros terapéuticos, en los hogares y en el entorno escolar. Aunque cada vez es más usual la perspectiva del tratamiento integral, cabe precisar algunas de las terapias que tradicionalmente se han seguido en el trastorno del autismo:
1)Terapia Lovaas/ABA Análisis de Conducta Aplicado
Este método fue desarrollado en primera instancia por el Dr. O. Ivar Lovaas, basado en 35 años de investigación científica en el Departamento de Psicología de UCLA. El Análisis de Conducta Aplicado ABA (Applied Behaviour Análisis) es una terapia que se realiza durante seis horas y media diarias o más, que se realiza por lo general en el hogar del niño. La terapia Lovaas consiste en enseñar al niño una serie de habilidades específicas. Cada habilidad se divide en subtareas y cada una de ellas se denomina “unidades de prueba”. El programa es de comportamiento y en éste se gratifica al niño cada vez que supera cada una de los intentos. El programa contiene casi todas las áreas de la disfunción, incluida la del lenguaje. Por ejemplo, uno de los primeros ejercicios es el de “mírame” donde al niño se le enseña a mejorar su atención en cuanto a contacto visual. Es muy difícil enseñar a un niño si no presta la debida atención. Este ejercicio se desarrollará durante semanas y le seguirá el aprendizaje de habilidades más avanzadas incluyendo vocabulario básico, luego frases simples y después el uso de las frases más complejas para conseguir objetos deseados. El objetivo de la terapia Lovaas es preparar al niño para la total integración escolar a partir de los 5 ó 6 años.
Se pretende que:
- Pueda ya prestar atención en un grado suficiente para ser educado.
- Posea una mínima habilidad de comunicación con la que, aunque todavía con retrasos, poder participar en un entorno educativo
- Mejore sus habilidades motoras hasta el punto de que sea capaz de sostener una herramienta de escritura y trazar objetos básicos como una línea o un círculo. Pueda ponerse y quitarse el abrigo y sentarse adecuadamente en una silla enfrente del pupitre.
- Controle los comportamientos autoestimulados hasta el punto de permitir que el niño no interrumpa a sus compañeros de clase.
- Desarrolle habilidades sociales básicas como esperar su turno y participar de juegos sociales que le permitan adaptarse al entorno escolar convencional.
- Se hayan controlado los restantes comportamientos como rabietas, gritos y huidas.
Existe una relación que divide estos temas en más áreas que pueden utilizarse para determinar si el niño está ya preparado para integrarse en determinado entorno escolar. Una vez se consigue, debería poder integrarse totalmente en el sistema de educación general.
Lo fundamental es que le dará una oportunidad para ver e imitar modelos de iguales no discapacitados. Un lugar en un entorno más restrictivo forzaría al niño a ver y modelarse en niños discapacitados que no sería de ningún valor en el proceso de mejoría. Al principio es posible que el niño requiera de una ayuda y el terapeuta puede trabajar en el entorno escolar con temas que vayan surgiendo.
Es pues habitual para niños con autismo ser capaces de integrarse totalmente en un programa escolar una vez aprendidas las habilidades básicas.
2) Terapia fundamental del comportamiento
Fue desarrollada por los doctores Robert L. Koegel y Lynn Koegel de la Universidad de Santa Bárbara en California. Su fundamento reside en mantener al niño en su entorno natural, por ejemplo, estar totalmente integrado en un programa educacional escolar. Este concepto asume que los profesores, padres y otros educadores tengan una formación específica en la identificación del eje de comportamientos a utilizar en un entorno natural para motivar al niño con autismo y añadir así las habilidades que le faltan.. Según numerosos estudios científicos publicados, esta orientación, si se aplica de una forma adecuada, puede ser altamente efectiva.
3) El modelo Floortime de Greenspan
Fue desarrollado por Greenspan y está basado en un análisis de dónde, en una secuencia normal de desarrollo individual el niño, quedó interrumpido el proceso y mediante una estrategia adecuada poder recuperarlo, basándose en sus diferencias individuales, familiares y patrones culturales de su entorno, así como de la forma en que mejor puedan interactuar. La intervención del método de Greenspan gira entorno a un concepto denominado “tiempo de atención básica” –que dedican los cuidadores, generalmente los padres, a las actividades del niño y a su seguimiento-. Si el niño desea alinear coches en una fila o darles la vuelta, los padres se unirán al niño en esa actividad (con el propósito de desarrollar esta acción convirtiéndola en una interacción) en lugar de requerir que el niño se una a lo que ellos prefieren (un proceso el cual, en el mejor de los casos, producirá una acción y reacción de memoria repetitiva). Empezando por este inicio mutuo y compartido, los padres participan en el proyecto de incrementar interacciones más complejas, proceso conocido como “abrir y cerrar círculos de comunicación”. Por ejemplo, el padre puede turnarse con el niño en la tarea de alinear sus coches, hasta que el niño empieza a esperar el cambio de turno. Entonces el padre “accidentalmente” puede colocar en otro lugar uno de los coches para abrir y cerrar así el “círculo de comunicación”, al intentar corregir el niño el error cometido. Greenspan logra que hasta un 50% de afectados en un grupo de autistas con graves dificultades de relación, comunicación, capacidad motoro-sensorial y/o cognitiva, haya notado una notable mejora y esté realmente en condiciones de avanzar. Con la terapia apropiada basada en el fomento de relaciones este grupo responderá al juego con sorprendente rapidez, se divertirán y aprenderán a canalizar su afectividad más que dejar la cuestión a merced de recompensas puntuales y con frecuencia artificiosas.
TEACCH
Acrónimo de Tratamiento y Educación de Niños con problemas de Autismo y Comunicación (Treatment and Education of Autistic and related Communication Handicapped Children), fue desarrollado en la Universidad de Carolina del Norte, en Chapel Hill. Es un programa basado en la educación, en lugar de un modelo de intervención terapéutica o psicológica. TECCH es un programa educacional con énfasis en el desarrollo de la motivación y las habilidades de diferentes áreas. Incluye:
- “Aprender a aprender” a través del uso de Enseñanza Estructurada.
- Comunicación expresiva y receptiva, enfocado particularmente en iniciación, intenciones comunicativas y medios de comunicación efectivos.
- Intereses y habilidades sociales.
- Habilidades de juego.
- Habilidades académicas cognitivas y funcionales.
- Habilidades motoras tanto simples como complejas.
- Autoestima.